MARCHA EN CEUTA 2015

Con motivo del primer aniversario de la muerte de 15 inmigrantes cuando intentaban entrar a nado en Ceuta por la zona del Tarajal. Se cumple un año de impunidad e injusticia.

Trascurrido un año desde el 6 de febrero de 2014, apenas se ha investigado nada y nadie asume ninguna responsabilidad por lo ocurrido. Los hechos quedan impunes y la Justicia, de nuevo y por desgracia, es incapaz de determinar esas responsabilidades.

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Una marcha convocada en Ceuta para el próximo 7 de febrero, recordará a los fallecidos y clamará por la justicia y contra el olvido. Pero también es un recuerdo a todas las personas que han padecido la misma suerte, a las que siguen esperando la oportunidad de llegar a la ansiada Europa, a las que sufren las deportaciones en caliente, a las que son discriminadas, excluidas, criminalizadas, encarceladas, denigradas, explotadas, prostituidas, esclavizadas, extorsionadas, invisibilizadas… por el simple hecho de haber nacido en “otras tierras”.

Es por tanto, un acto en defensa de los Derechos Humanos, de la democracia y los valores que representan: justicia, igualdad, libertad, diversidad, solidaridad, pluralidad, convivencia, respeto…

Fecha, hora y lugar, recorrido
La marcha se celebrará el sábado 7 de febrero a las 16 horas partiendo de la entrada al CETI de Ceuta para acabar en la playa del Tarajal (lugar donde ocurrieron los hechos).  Aproximadamente son seis kilómetros y medio y se prevé una duración mínima de dos horas.
Habrá unos Puntos de Incorporación Intermedios para facilitar la incorporación de las personas que por dificultades de edad u otros no puedan hacer el recorrido completo. En cada uno de ellos habrá información suficiente. Los puntos son estos:
I.    Aparcamientos Playa Benítez
II.    Rotonda de El Sardinero
III.    IES Puertas del Campo
IV.    Aparcamientos Playa del El Chorrillo
V.    Iglesia de la Almadraba

Se han sumado por ahora a la marcha
Por ahora se han sumado: Asociación Pedagogía Ciudadana de Ceuta, Asociación Digmun, Elin, Caballas de Ceuta, Podemos de Ceuta, CC.OO. de Ceuta, CEAR, SOS Racismo, Andalucía Acoge, Plataforma todos Somos Migrantes de Sevilla, Pateras de la Vida de Marruecos, Migreurop y Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía – APDHA.

NOSOTROS COMO DELEGACIÓN DE MIGRACIONES, diócesis de Tánger, TAMBIÉN NOS SUMAMOS A ELLA.

Manifiesto 7 febrero 2015

Manifiesto en la playa de El Tarajal

Caritas parroquial

En el tiempo de Adviento y Natividad se vivía en la ciudad de Tánger el ambiente de SOLIDARIDAD. Preparando la venida del Señor en nuestro corazón y alrededor nuestro muchas personas han respondido al llamado:

Operación KILO – la campaña popular de todos los años para ayudar a las personas más necesitadas  en nuestra sociedad. Fue la generosidad de cada uno ofreciendo el aporte económico, con los alimentos o con ropa que luego fue repartido entre las familias necesitadas.

Se recogió alrededor de un mil quinientos kilos de alimentos. Unas 150 familias recibieron su bolsa de solidaridad y amor al prójimo.

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Navidad en Larache

Así se ha disfrutado los días de navidad en Larache, puede verse en las siguientes imágenes.

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A mis Hermanas del Carmelo tangerino :

PAZ Y BIEN

¡¡¡ Felicidades !!!

Saben que su alegría es mi alegría …
Saben que disfruto con su bien …
Saben que nada de lo de Tánger me es ajeno ….
Saben que las quiero franciscanamente …

Pido que Dios os guarde y os bendiga con creces …
Pido por las vocaciones del Carmelo …
Pido porque Teresa de Jesús y su espíritu siga en Tánger ….

Quiero volver a verlas ….
Quiero gozar de su compañía …
Quiero seguir disfrutando de nuestras charlas …

Sólo le pido a Dios que me escuche y haga realidad mi sueño : ¡¡¡ Volver !!!

Todo me ha gustado y he disfrutado leyendo y releyendo vuestra «Historia» ….

¡¡¡ Enhorabuena !!!

¡¡¡ Felicidades !!!

¡¡¡ Feliz Navidad !!!

¡¡¡ Feliz Año Nuevo 2015 !!!

Mario Ruiz Gutiérrez
Tercero de San Francisco

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Reparaciones en la Casa Misión en Larache

La Casa Misión e Iglesia de Nuestra Señora del Pilar de Larache se inauguró el 12 de octubre de 1931. La Iglesia con cinco naves se encuentra situada entre las calles Mohamed V y Hassan II, frente al Ayuntamiento de Larache. Su trazado, de modernísima arquitectura colonial, embellece extraordinariamente la Avenida principal de la ciudad. Es la única iglesia de cinco naves en Marruecos, adornada con los pilares y dos cúpulas de azulejos.

En otros tiempos, parroquia modelo entre las mejores, para las muchas actividades pastorales, culturales y sociales. En ella más de 100 mil españoles recibieron el bautismo, la primera comunión y el sacramento del matrimonio. Los libros del archivo parroquial lo presentan hoy día.

Actualmente a la Iglesia frecuentada por un número reducido de los creyentes está unido el Centro Cultural LERCHUNDI donde se llevan las actividades culturales y sociales con los jóvenes y niños de las familias pobres de Larache.

La fraternidad franciscana de Larache compuesta por los hermanos: Bronek Zajac, Sóstenes Torres Velasco y Zenón Duda llevan adelante su compromiso pastoral y social con el pueblo marroquí.

Estos días se han hecho varios trabajos en la casa convento para su mantenimiento. En las fotos se ve nueva cara de la Casa Misión.

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Encuentro Vida Consagrada

vconsagradAyer, día 8 de Noviembre, tuvimos nuestro primer encuentro-retiro   Diocesano de Vida Consagrada, en Tánger. Con la novedad de estar abierto también a los seglares que están comprometidos con nuestra Iglesia.

Nos acogieron las hermanas Adoratrices. Nos juntamos unos 40 participantes. Llegados de los cuatro extremos de la Diócesis.  Acompañados de nuestro Obispo Santiago, quien nos ofreció una hermosa reflexión; -Desde qué experiencia de Dios “sale” a la misión la vida consagrada-.

Tuvimos tiempo para la oración personal, tomarnos un breve descanso para un café.  Reflexionamos y compartimos por  grupos la charla, desde nuestra experiencia de Misioneros en Marruecos.

Compartimos el almuerzo con la aportación de cada comunidad, acompañado de  un rico “Tajin” de cordero.

Por la tarde, puesta en común  lo reflexionado por los grupos, algunas noticias; y como broche final, la Eucaristía.

Gozoso y fructífero encuentro.

Mª Rosa Clotet

Delegada Diocesana de la Vida Consagrada

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Sínodo Extraordinario 2014

sínodo

Sínodo Extraordinario sobre la Familia 2014

Los Padres Sinodales, reunidos en Roma junto al Papa Francisco en la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, nos dirigimos a todas las familias de los distintos continentes y en particular a aquellas que siguen a Cristo, que es camino, verdad y vida. Manifestamos nuestra admiración y gratitud por el testimonio cotidiano que ofrecen a la Iglesia y al mundo con su fidelidad, su fe, su esperanza y su amor.

Nosotros, pastores de la Iglesia, también nacimos y crecimos en familias con las más diversas historias y desafíos. Como sacerdotes y obispos nos encontramos y vivimos junto a familias que, con sus palabras y sus acciones, nos mostraron una larga serie de esplendores y también de dificultades.

La misma preparación de esta asamblea sinodal, a partir de las respuestas al cuestionario enviado a las Iglesias de todo el mundo, nos permitió escuchar la voz de tantas experiencias familiares. Después, nuestro diálogo durante los días del Sínodo nos ha enriquecido recíprocamente, ayudándonos a contemplar toda la realidad viva y compleja de las familias.

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Queremos presentarles las palabras de Cristo: «Mira, estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo» (Ap 3, 20). Como lo hacía durante sus recorridos por los caminos de la Tierra Santa, entrando en las casas de los pueblos, Jesús sigue pasando hoy por las calles de nuestras ciudades. En sus casas se viven a menudo luces y sombras, desafíos emocionantes y a veces también pruebas dramáticas. La oscuridad se vuelve más densa, hasta convertirse en tinieblas, cundo se insinúan el mal y el pecado en el corazón mismo de la familia.

Ante todo, está el desafío de la fidelidad en el amor conyugal. La vida familiar suele estar marcada por el debilitamiento de la fe y de los valores, el individualismo, el empobrecimiento de las relaciones, el stress de una ansiedad que descuida la reflexión serena. Se asiste así a no pocas crisis matrimoniales, que se afrontan de un modo superficial y sin la valentía de la paciencia, del diálogo sincero, del perdón recíproco, de la reconciliación y también del sacrificio. Los fracasos dan origen a nuevas relaciones, nuevas parejas, nuevas uniones y nuevos matrimonios, creando situaciones familiares complejas y problemáticas para la opción cristiana.

Entre tantos desafíos queremos evocar el cansancio de la propia existencia. Pensamos en el sufrimiento de un hijo con capacidades especiales, en una enfermedad grave, en el deterioro neurológico de la vejez, en la muerte de un ser querido. Es admirable la fidelidad generosa de tantas familias que viven estas pruebas con fortaleza, fe y amor, considerándolas no como algo que se les impone, sino como un don que reciben y entregan, descubriendo a Cristo sufriente en esos cuerpos frágiles.

Pensamos en las dificultades económicas causadas por sistemas perversos, originados «en el fetichismo del dinero y en la dictadura de una economía sin rostro y sin un objetivo verdaderamente humano» (Evangelii gaudium, 55), que humilla la dignidad de las personas. Pensamos en el padre o en la madre sin trabajo, impotentes frente a las necesidades aun primarias de su familia, o en los jóvenes que transcurren días vacíos, sin esperanza, y así pueden ser presa de la droga o de la criminalidad.

Pensamos también en la multitud de familias pobres, en las que se aferran a una barca para poder sobrevivir, en las familias prófugas que migran sin esperanza por los desiertos, en las que son perseguidas simplemente por su fe o por sus valores espirituales y humanos, en las que son golpeadas por la brutalidad de las guerras y de distintas opresiones. Pensamos también en las mujeres que sufren violencia, y son sometidas al aprovechamiento, en la trata de personas, en los niños y jóvenes víctimas de abusos también de parte de aquellos que debían cuidarlos y hacerlos crecer en la confianza, y en los miembros de tantas familias humilladas y en dificultad. Mientras tanto, «la cultura del bienestar nos anestesia y […] todas estas vidas truncadas por la falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera» (Evangelii gaudium, 54). Reclamamos a los gobiernos y a las organizaciones internacionales que promuevan los derechos de la familia para el bien común.

Cristo quiso que su Iglesia sea una casa con la puerta siempre abierta, recibiendo a todos sin excluir a nadie. Agradecemos a los pastores, a los fieles y a las comunidades dispuestos a acompañar y a hacerse cargo de las heridas interiores y sociales de los matrimonios y de las familias.

***

También está la luz que resplandece al atardecer detrás de las ventanas en los hogares de las ciudades, en las modestas casas de las periferias o en los pueblos, y aún en viviendas muy precarias. Brilla y calienta cuerpos y almas. Esta luz, en el compromiso nupcial de los cónyuges, se enciende con el encuentro: es un don, una gracia que se expresa –como dice el Génesis (2, 18)– cuando los dos rostros están frente a frente, en una “ayuda adecuada”, es decir semejante y recíproca. El amor del hombre y de la mujer nos enseña que cada uno necesita al otro para llegar a ser él mismo, aunque se mantiene distinto del otro en su identidad, que se abre y se revela en el mutuo don. Es lo que expresa de manera sugerente la mujer del Cantar de los Cantares: «Mi amado es mío y yo suya… Yo soy para mi amado y mi amado es para mí» (Cant 2, 16; 6, 3).

El itinerario, para que este encuentro sea auténtico, comienza en el noviazgo, tiempo de la espera y de la preparación. Se realiza en plenitud en el sacramento del matrimonio, donde Dios pone su sello, su presencia y su gracia. Este camino conoce también la sexualidad, la ternura y la belleza, que perduran aun más allá del vigor y de la frescura juvenil. El amor tiende por su propia naturaleza a ser para siempre, hasta dar la vida por la persona amada (cf. Jn 15, 13). Bajo esta luz, el amor conyugal, único e indisoluble, persiste a pesar de las múltiples dificultades del límite humano, y es uno de los milagros más bellos, aunque también es el más común.

Este amor se difunde naturalmente a través de la fecundidad y la generatividad, que no es sólo la procreación, sino también el don de la vida divina en el bautismo, la educación y la catequesis de los hijos. Es también capacidad de ofrecer vida, afecto, valores, una experiencia posible también para quienes no pueden tener hijos. Las familias que viven esta aventura luminosa se convierten en un testimonio para todos, en particular para los jóvenes.

Durante este camino, que a veces es un sendero de montaña, con cansancios y caídas, siempre está la presencia y la compañía de Dios. La familia lo experimenta en el afecto y en el diálogo entre marido y mujer, entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas. Además lo vive cuando se reúne para escuchar la Palabra de Dios y para orar juntos, en un pequeño oasis del espíritu que se puede crear por un momento cada día. También está el empeño cotidiano de la educación en la fe y en la vida buena y bella del Evangelio, en la santidad. Esta misión es frecuentemente compartida y ejercitada por los abuelos y las abuelas con gran afecto y dedicación. Así la familia se presenta como una auténtica Iglesia doméstica, que se amplía a esa familia de familias que es la comunidad eclesial. Por otra parte, los cónyuges cristianos son llamados a convertirse en maestros de la fe y del amor para los matrimonios jóvenes.

Hay otra expresión de la comunión fraterna, y es la de la caridad, la entrega, la cercanía a los últimos, a los marginados, a los pobres, a las personas solas, enfermas, extrajeras, a las familias en crisis, conscientes de las palabras del Señor: «hay más dicha en dar que en recibir» (Hch 20, 35). Es una entrega de bienes, de compañía, de amor y de misericordia, y también un testimonio de verdad, de luz, de sentido de la vida.

La cima que recoge y unifica todos los hilos de la comunión con Dios y con el prójimo es la Eucaristía dominical, cuando con toda la Iglesia la familia se sienta a la mesa con el Señor. Él se entrega a todos nosotros, peregrinos en la historia hacia la meta del encuentro último, cuando Cristo «que lo es todo, y en todos» (Col 3, 11). Por eso, en la primera etapa de nuestro camino sinodal, hemos reflexionado sobre el acompañamiento pastoral y sobre el acceso a los sacramentos de los divorciados en nueva unión.

Nosotros, los Padres Sinodales, pedimos que caminen con nosotros hacia el próximo Sínodo. Entre ustedes late la presencia de la familia de Jesús, María y José en su modesta casa. También nosotros, uniéndonos a la familia de Nazaret, elevamos al Padre de todos nuestra invocación por las familias de la tierra:

Padre, regala a todas las familias la presencia de esposos fuertes y sabios, que sean manantial de una familia libre y unida.

Padre, da a los padres una casa para vivir en paz con su familia.

Padre, concede a los hijos que sean signos de confianza y de esperanza y a jóvenes el coraje del compromiso estable y fiel.

Padre, ayuda a todos a poder ganar el pan con sus propias manos, a gustar la serenidad del espíritu y a mantener viva la llama de la fe también en tiempos de oscuridad.

Padre, danos la alegría de ver florecer una Iglesia cada vez más fiel y creíble, una ciudad justa y humana, un mundo que ame la verdad, la justicia y la misericordia.

El Vaticano, Roma
18 de octubre de 2014